El Colegio de Dentistas de Santa Cruz de Tenerife, recomienda a los familiares de Autistas que, desde la edad temprana, se familiarice al niño con la figura del odontólogo. Estos pacientes suelen presentar resistencia al cambio e intereses restringidos, además de desviaciones en la velocidad y secuencia del desarrollo y en el lenguaje y la comunicación, lo que puede interferir en su interacción con otras personas y con el ambiente. De ahí la importancia de que niño y dentista mantengan una relación adecuada y un contacto frecuente.
Los niños con autismo, en ocasiones, no pueden manifestar sus sentimientos y percepciones, como el miedo o el dolor, lo que hace que el dentista tenga que acercarse a ellos con técnicas específicas, como el reforzamiento positivo o el moldeamiento, así como una enseñanza estructurada. Diversas investigaciones apuntan a la utilización de claves visuales para que el paciente adquiera nuevas conductas. Los niños suelen aprender a través de la rutina y lo predecible.
Los pacientes con esta patología, que presenta una incidencia cada vez más alta (en relación a patologías comunes en otras décadas), pueden presentar un mayor riesgo de patología oral, debido a la capacidad disminuida de participar en su higiene dental y cooperar con programas preventivos habituales, de ahí la importancia de un tratamiento y seguimiento específico de su salud oral.
Traumatismos dentales
Los pacientes con estas características tienen un mayor riesgo de padecer traumatismos dentales, debido, en su mayoría, a la hiperactividad, un síntoma que se considera común en el autismo, en especial en los niños más pequeños. Una alta incidencia de bruxismo, que puede afectar a las mandíbulas y la musculatura facial, es común también en los pacientes autistas. Además, aquellos que sufren crisis convulsivas, y que por tanto toman medicamentos anticonvulsivantes, tienen mayor riesgo de sufrir un crecimiento excesivo de las encías (hiperplasia gingival).
El Colegio de Dentistas de Santa Cruz de Tenerife aboga por una interrelación entre padres, educadores y dentistas para conseguir prevenir en los niños con autismo el desarrollo de patologías orales que minen su calidad de vida. En este sentido, es vital que los adultos que conviven con el niño (tanto familiares como educadores) lo ayuden en la realización de una correcta higiene oral y consulten, de forma periódica, con el dentista, que controlará, mediante revisiones, el riesgo de enfermedad oral del pequeño.
Los niños con autismo, en ocasiones, no pueden manifestar sus sentimientos y percepciones, como el miedo o el dolor, lo que hace que el dentista tenga que acercarse a ellos con técnicas específicas, como el reforzamiento positivo o el moldeamiento, así como una enseñanza estructurada. Diversas investigaciones apuntan a la utilización de claves visuales para que el paciente adquiera nuevas conductas. Los niños suelen aprender a través de la rutina y lo predecible.
Los pacientes con esta patología, que presenta una incidencia cada vez más alta (en relación a patologías comunes en otras décadas), pueden presentar un mayor riesgo de patología oral, debido a la capacidad disminuida de participar en su higiene dental y cooperar con programas preventivos habituales, de ahí la importancia de un tratamiento y seguimiento específico de su salud oral.
Traumatismos dentales
Los pacientes con estas características tienen un mayor riesgo de padecer traumatismos dentales, debido, en su mayoría, a la hiperactividad, un síntoma que se considera común en el autismo, en especial en los niños más pequeños. Una alta incidencia de bruxismo, que puede afectar a las mandíbulas y la musculatura facial, es común también en los pacientes autistas. Además, aquellos que sufren crisis convulsivas, y que por tanto toman medicamentos anticonvulsivantes, tienen mayor riesgo de sufrir un crecimiento excesivo de las encías (hiperplasia gingival).
El Colegio de Dentistas de Santa Cruz de Tenerife aboga por una interrelación entre padres, educadores y dentistas para conseguir prevenir en los niños con autismo el desarrollo de patologías orales que minen su calidad de vida. En este sentido, es vital que los adultos que conviven con el niño (tanto familiares como educadores) lo ayuden en la realización de una correcta higiene oral y consulten, de forma periódica, con el dentista, que controlará, mediante revisiones, el riesgo de enfermedad oral del pequeño.