Siento como resbala la sangre dentro de mis venas.
Siento las pulsaciones eléctricas creando puentes (defectuosos) entre mis diezmadas neuronas, mensajes cifrados de gran complejidad solo para permitirme seguir respirando.
Siento el ritmo constante de mi corazón, y esos espacios vacíos donde parecieran esconderse los segundos desperdiciados.
Siento el tiempo atravesándome sin contemplaciones, un recordatorio constante de que estas contra reloj para ser quien quieres ser.
Espectro autista. Ese es el nombre del terreno desde donde veo pasar mi vida. Asperger. Una sola palabra que pretende delimitar mi percepción, y que de hecho lo hace puesto que nombrar es crear.
De todas formas, ¿quién era el tal Asperger? ¿Un psiquiatra, psicólogo, pedagogo? En todo caso un observador externo otro médico-brujo de la modernidad, quizás uno más de aquellos que no hace tanto lobotomizaban disidentes. En todo caso les aseguro que el doctor Asperger era un neurotípico.
Asperger, una palabra sin significante, un apellido feo para nombrar esa singularidad interna e innombrable, porque como los viajes de peyote, el lenguaje no se da abasto para expresar y representar.
Singularidad, en estos tiempos de “progres” hipócritamente “políticamente correctos” pareciera que la singularidad está de moda, hay una propensión e incluso promoción de cierto tipo de singularidades: un tinte original para el cabello, una idea novedosa en una reunión corporativa, un tatuaje o una perforación en un lugar poco frecuente…
Pero esas singularidades “atractivas” y premiadas socialmente solo responden a un mundo cada vez más deshumanizado en donde las masas aúllan por una migaja de individualidad, aunque sea en su expresión más superficial. Las singularidades premiadas son aquellas que favorecen el consumo en esta sociedad de capitalismo avasallante, mercadotecnia de falsa indivualidad para tu tarjeta de crédito.
Pues bien, eso no hace menos dolorosa la verdadera singularidad, aquella que te impide detectar los mensajes que para otros son evidentes, aquella que te ancla en lo que podría parecer (y a menudo parece) un estado de desconexión permanente con tus hermanos de especie..
No hay compensaciones para el Asperger. Tampoco hay cura, o aprendes a vivir con eso o la segunda opción derrotista más obvia. Los medicamentos que te den los médicos-brujos, no son más que sedantes sociales, moldes para forzarte a encajar con docilidad en el molde de tu sociedad.
Pero no te engañes, el mecanismo homogeneizador de nuestras sociedades posmodernas buscara excluirnos, desde las aulas de nuestra infancia hasta el otoño de nuestra vejez. Si naciste en un mundo de cuadrados y naciste siendo un circulo, no hay nada que hacer, se encargaran de apartarte del resto. Y si dejas que te aplasten las cosas se tornan rápido una espiral descendente de determinismo del feo y depresión.
Mi consejo para mis hermanos del espectro autista nacidos y por nacer: No intentes encajar, aférrate a tu singularidad con uñas y dientes. Desconfía de la moral, defiende la ética. Busca motivación en la inspiración, si no puedes encontrar inspiración en el humano búscala en la naturaleza. No dejes que decidan por ti, si cedes aunque sea un milímetro, el molde tratará de imponerse. Para nosotros encajar es mutilarse.
No te engañas cuando percibes la estructura de mentiras que nos rodea. Hubo un tiempo en la antigüedad, y aun en el presente en ciertas sociedades no occidentales, en el que éramos socialmente aceptados en nuestra singularidad. Pero este es el tiempo y el lugar que nos tocó vivir, y solo podemos ser quienes somos.
Y no todo está perdido, si tienes suerte encontraras gente que te quiera (y si eres un maldito afortunado, tal vez que te ame) dentro de tu singularidad. Entre los otros “raros”, excéntricos, excluidos, rebeldes encontraras algunos. Ten cuidado con el amor romántico, y más aún con la idea del amor romántico, pero no te cierres a la posibilidad. Pero recuerda que solo tú puedes vivir tu vida.
Y si duele. Pero eso es bueno, significa que aún no eres un autómata. No caigas en el solipsismo si puedes evitarlo. Y busca una brecha para burlar el sistema. Ten cuidado con tu voluntad no la desperdicies porque es difícil de reencontrar. Cuídate de las adicciones duras, ya sean emocionales o químicas.
Ya lo dijo Krishnamurti: “No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma.”
Atte: León
Siento las pulsaciones eléctricas creando puentes (defectuosos) entre mis diezmadas neuronas, mensajes cifrados de gran complejidad solo para permitirme seguir respirando.
Siento el ritmo constante de mi corazón, y esos espacios vacíos donde parecieran esconderse los segundos desperdiciados.
Siento el tiempo atravesándome sin contemplaciones, un recordatorio constante de que estas contra reloj para ser quien quieres ser.
Espectro autista. Ese es el nombre del terreno desde donde veo pasar mi vida. Asperger. Una sola palabra que pretende delimitar mi percepción, y que de hecho lo hace puesto que nombrar es crear.
De todas formas, ¿quién era el tal Asperger? ¿Un psiquiatra, psicólogo, pedagogo? En todo caso un observador externo otro médico-brujo de la modernidad, quizás uno más de aquellos que no hace tanto lobotomizaban disidentes. En todo caso les aseguro que el doctor Asperger era un neurotípico.
Asperger, una palabra sin significante, un apellido feo para nombrar esa singularidad interna e innombrable, porque como los viajes de peyote, el lenguaje no se da abasto para expresar y representar.
Singularidad, en estos tiempos de “progres” hipócritamente “políticamente correctos” pareciera que la singularidad está de moda, hay una propensión e incluso promoción de cierto tipo de singularidades: un tinte original para el cabello, una idea novedosa en una reunión corporativa, un tatuaje o una perforación en un lugar poco frecuente…
Pero esas singularidades “atractivas” y premiadas socialmente solo responden a un mundo cada vez más deshumanizado en donde las masas aúllan por una migaja de individualidad, aunque sea en su expresión más superficial. Las singularidades premiadas son aquellas que favorecen el consumo en esta sociedad de capitalismo avasallante, mercadotecnia de falsa indivualidad para tu tarjeta de crédito.
Pues bien, eso no hace menos dolorosa la verdadera singularidad, aquella que te impide detectar los mensajes que para otros son evidentes, aquella que te ancla en lo que podría parecer (y a menudo parece) un estado de desconexión permanente con tus hermanos de especie..
No hay compensaciones para el Asperger. Tampoco hay cura, o aprendes a vivir con eso o la segunda opción derrotista más obvia. Los medicamentos que te den los médicos-brujos, no son más que sedantes sociales, moldes para forzarte a encajar con docilidad en el molde de tu sociedad.
Pero no te engañes, el mecanismo homogeneizador de nuestras sociedades posmodernas buscara excluirnos, desde las aulas de nuestra infancia hasta el otoño de nuestra vejez. Si naciste en un mundo de cuadrados y naciste siendo un circulo, no hay nada que hacer, se encargaran de apartarte del resto. Y si dejas que te aplasten las cosas se tornan rápido una espiral descendente de determinismo del feo y depresión.
Mi consejo para mis hermanos del espectro autista nacidos y por nacer: No intentes encajar, aférrate a tu singularidad con uñas y dientes. Desconfía de la moral, defiende la ética. Busca motivación en la inspiración, si no puedes encontrar inspiración en el humano búscala en la naturaleza. No dejes que decidan por ti, si cedes aunque sea un milímetro, el molde tratará de imponerse. Para nosotros encajar es mutilarse.
No te engañas cuando percibes la estructura de mentiras que nos rodea. Hubo un tiempo en la antigüedad, y aun en el presente en ciertas sociedades no occidentales, en el que éramos socialmente aceptados en nuestra singularidad. Pero este es el tiempo y el lugar que nos tocó vivir, y solo podemos ser quienes somos.
Y no todo está perdido, si tienes suerte encontraras gente que te quiera (y si eres un maldito afortunado, tal vez que te ame) dentro de tu singularidad. Entre los otros “raros”, excéntricos, excluidos, rebeldes encontraras algunos. Ten cuidado con el amor romántico, y más aún con la idea del amor romántico, pero no te cierres a la posibilidad. Pero recuerda que solo tú puedes vivir tu vida.
Y si duele. Pero eso es bueno, significa que aún no eres un autómata. No caigas en el solipsismo si puedes evitarlo. Y busca una brecha para burlar el sistema. Ten cuidado con tu voluntad no la desperdicies porque es difícil de reencontrar. Cuídate de las adicciones duras, ya sean emocionales o químicas.
Ya lo dijo Krishnamurti: “No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma.”
Atte: León