Me entero un año y medio tarde, pero mejor tarde que nunca. Veo en Autismo Diario que el matrimonio mexicano Rebeca Davila y Bernardo Fernández, Bef, padres de una niña de cuatro año con autismo, crearon un cómic con la historia de María, una historia que no solo sirve para explicar que el autismo no es una enfermedad, sino una condición, sino para desmontar muchos falsos mitos, informar sobre este trastorno tan desconocido y concienciar de la importancia de estar alerta poder actuar y tratar pronto a los niños afectados.
En una entrevista con la web mexicana Agencia N22, el padre de María contaba: “Mi hija está dentro del espectro. Ella está en un grado muy moderado, pero esto condiciona completamente la vida de tanto los que lo padecen, como los que están alrededor de ellos. Junto con mi esposa, quien escribió los textos, hicimos esta tira en donde la idea es que se pueda reproducir y circular libremente sin que le modifiquen algo. Estamos sorprendidos por la respuesta”.
El autismo no es una enfermedad me parece un buen material para trabajar en el aula con los niños, pero también para que se difunda y lo lea cuanta más gente mejor.
Y esto me sirve para reflexionar rápidamente (me gustaría hacerlo otro día con más tiempo) sobre qué hacer cuando en un aula hay un niño con autismo, o TGD o dentro del espectro autista o como queráis decirlo.
Yo creo que es importante explicar al resto de niños y a los otros padres, pero sobre todo a los compañeros del niño, que ese compañero tiene autismo, contar lo que es de manera simplificada y que lo entiendan y responder sus dudas. Todo acompañado de destacar aquello en lo que el niño destaca para bien, ya sea trepar, correr o hacer puzles, para compensar el que no hable, o no lo haga tan bien como el resto, o que le cueste jugar.
No sé qué pensáis vosotros, pero a mí me parece una actitud mucho más inteligente que ignorar lo que pasa, no explicar, dejar que noten que ese niño es distinto por algo que no les cuentan.
Os dejo con las viñetas de María:
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